Francisco Rodríguez Giménez
Entrenador de las Escuelas Deportivas Municipales de Balanegra.
CÓMO CONSEGUIR QUE LOS PARTICIPANTES DISFRUTEN SIN TENER EN CUENTA EL RESULTADO
Una mañana de competición. Todos ganamos cuando nos divertimos jugando y el resultado es una mera anécdota de la mañana. ¡Qué difícil tarea para el entrenador conseguir esto!
Si, difícil, pero no imposible. Es solo creerse esa filosofía empezando por uno mismo, tener los medios y muchas ganas de trabajar.
No nos damos cuenta de la influencia que ejercemos sobre nuestros jugadores y, en su vida deportiva, seremos nosotros quienes pongamos los pilares.
Siempre he pensado que los mejores profesionales deben de estar en las categorías inferiores porque son edades en las que un adulto puede influir más en el desarrollo de un menor.
En mi caso, el desgaste cuando trabajo con benjamines a juveniles es mayor porque debes de estar en alerta a cómo dices las cosas y cómo actúas.
Todo deportista quiere el reconocimiento de su entrenador/a, tanto cuando gana como cuando pierde. ¿Cómo conseguir que tus jugadores disfruten del partido sin tener en cuenta el resultado? Animándoles hasta cuando pierden, no borrarte del partido, exaltar una jugada que hayan hecho, decir «no pasa nada, ahora se hará mejor», no señalar ningún culpable, no dejar caer el peso de todo el equipo en un jugador…
Si, mucha teoría, pero qué difícil es ponerla en práctica y más cuando tu objetivo es ganar, porque como entrenador no quieres perder el partido y asumes como fracaso una derrota, porque a nadie le gusta perder.
Una mañana de sábado jugamos con Ragol y su entrenador, Agustín Camacho, me enseño cómo encontrar estrategias para que todos se sientan ganadores.
Como sabía que en el cómputo total del partido y de las partes por goles su equipo y sus jugadores nunca se sentirían ganadores, él los puntuaba de forma positiva por cada jugada, pase o recuperación. ¡Eso sí que es un desgaste y no dar cuatro estrategias para ganar un partido!
Este gesto ejemplar tuvo su reconocimiento, y para mí fue una gratificación personal porque lo nominé para ello.
No solo aprendemos de los actos correctos sino también de los actos incorrectos. Y a veces hay que hacerlos saber, y no como denuncia sino como aprendizaje de lo que hay que hacer y no hacer.
Ese sábado fue uno de esos días que esperas que esos entrenadores y padres con tu ejemplo aprendan que, en estas competiciones deportivas, los chavales son los verdaderos participantes y no las prioridades de los adultos. Ellos son los que tienen derecho a jugar y nosotros solo a educarlos y prepararlos, tanto a nivel moral como técnico y físico, hacia el juego.
No me cabe en la cabeza hacer un viaje de más de 100 Km. en autobús y no inscribir a todos los jugadores que lleves al primer partido porque has visto en la clasificación que van delante de ti, han ganado el primer enceuntro y escoges delante de tus padres a tus 8 mejores, los inscribes y a jugar.
Lo siento señor entrenador, quizás tú no te merezcas a esos jugadores que no juegan.
Y señores padres, no sé si era alguno de vuestros hijos a los que penalizó con no jugar por sus virtudes y dificultades o solo eran compañeros de su hijos, pero es demasiado castigo para una categoría tan pequeña. ¡Qué estamos hablando de benjamines y una competición que su máximo valor es el juego limpio!
Bueno, quizás mi último cuarto haya enseñado algo. Ganando de 1 gol y a 4 minutos del final, pedí tiempo muerto y, con voz potente, dije: «vamos a hacer cambios porque todos tienen derecho a jugar el mismo tiempo» e introduje al equipo chiquitín para hacer ver que lo importante no es ganar.
Espero que este ejemplo sirva para que no se queden más jugadores sin inscribir, se integren y no sean señalados.
Porque no sé cuánto tiempo esos niños se dejarán tratar así y acaben dejando el deporte porque no le hicieron participe de él.
Con todas estas experiencias solo os pediría, compañeros/educadores/entrenadores/monitores, que reflexionemos antes de actuar y que vuestro discurso se acople a vuestros actos.
Y tener empatía, no solo con tus propios jugadores sino con los de los demás equipos.