LOS ALEVINES DEL SEVILLA GANAN LA IRAURGI CUP Y HONRAN AL ESPANYOL REGALÁNDOLE EL TROFEO.
(Transcripción del artículo publicado por El Periódico.com)
Antes se llamaba Torneo de la Amistad. Ahora es algo más sofisticado: Iraurgi Cup. Pero sigue teniendo el mismo corazón: promover el fútbol formativo. Se celebra, como no, en Euskadi, en Azpeitia y Azkoitia. Y allí se reúnen, anualmente, los mejores alevines del fútbol español. Piensen en escuelas, en las canteras de los clubes más profesionales y allí están ellos, los Messi de 11 y 12 años.
Y aunque de vez en cuando aparece un equipo revelación (este año han sido los niños de Quintana de la Serena, de Badajoz), la final la han vuelto a disputar dos amiguetes: el Sevilla de Ernesto Chao y el Espanyol de David Fernández. Los andaluces eran alevines de segundo año (es decir, más de 12 que de 11 años) y los pericos eran, casi todos ellos, de primer año (11 años).
Con cualquiera que hable le contará que el Sevilla-Espanyol es el mejor partido de fútbol siete de alevines que usted puede ver en este mundo.
Y lo fue. Un auténtico partidazo, con juego y goles para aburrir. Perdón, para entusiasmar. Pura diversión. Los blanquiazules se pusieron 0-2 en un periquete, pero la potencia y el amor propio de los andaluces les permitió remontar hasta el 4-2 y, luego, cosa de niños, y de adultos, los de Chao se creyeron que ya tenían el partido en el bote. Y ahí aparecieron, como si fuesen la tropa de Gladiator, los de Fernández que, haciendo de tripas corazón, consiguieron nivelar la contienda con otros dos goles.
Ese 4-4 final provocó, cómo no, dos grandes corros ante cada uno de los banquillos. Mientras en el bando perico todo era entusiasmo y ganas de seguir peleando en la tanda de penaltis, en el lado andaluz hubo una reflexión de la que ha resultado imposible saber quién era el padre, de quién fue la idea. ¿Se lo imaginan? ¿De Chao? Vaya usted a saber.
Lo cierto es que de la charla entre Chao y sus niños surgió la idea que el míster del Sevilla trasladó al bando blanquiazul. «David –le dijo Ernesto a su colega–, que dicen los niños que vayáis a recoger el trofeo de campeón, que habéis peleado como nadie, que os lo merecéis, que habéis sido, con mucho, los mejores del torneo y de la final. Y, además, sois más jóvenes que ellos y la copa es vuestra, os pertenece».
«Le miré y pensé que era el más hermoso de los elogios que jamás nos habían hecho, pero no creí que lo dijera en serio. Es más, le comenté que queríamos ir a los penaltis», señala Fernández. «David, no vale la pena, nuestros niños no merecen llevarse un berrinche así. Alguien perderá», añadió Chao. «Nos vemos en el punto de penalti», le dijo cariñosamente David a Ernesto.
Y los pericos fallaron el último lanzamiento. Y, entonces sí, antes de que los andaluces, inmensos ellos, gigantescos ellos, consolasen a sus colegas, les pidieron, esta vez casi exigieron, que fuesen a recoger la copa de campeones. Y fueron, ¡vaya si fueron! «Esta es una categoría de formación, de educación, de aprendizaje y diversión, aquí formamos niños, no futbolistas. Yo no quería que los míos recogiesen el trofeo de campeón y se lo diesen al Espanyol, quería que fuesen ellos los que fueran a recogerlo», señala, orgulloso, Chao. «Ya ven –dice ahora David Fernández–, ganamos todos. Maravilloso».