DOS ATLETAS QUE NOS MUESTRAN QUE LA DEPORTIVIDAD ESTÁ POR ENCIMA DE TODO
En los recientes Juegos Olímpicos Tokio 2020 finalizados este verano hemos podido ver numerosas gestos de deportividad, el llamado “Espíritu Olímpico”, que han marcado una cita que para muchos no solamente se reduce a aparecer en el medallero.
Aunque esta edición de los Juegos ha sido la más atípica de todas, ensombrecida por la pandemia del coronavirus y celebradas sin público en las gradas, nos ha dejado un montón de historias y momentos inolvidables en donde ha prevalecido la deportividad y la emoción.
Una de esas imágenes, sin duda, fue la que se vivió en el atletismo, en la semifinal de los 800 metros lisos, cuando Isaiah Jewett (USA) y Nijel Amos (Botswana) tropezaron en la última curva y cayeron al suelo, eliminados.
Ambos llegaban a Tokio 2020 con unos registros personales que les hacían favoritos para optar a las medallas. Aunque las condiciones no se replican por carácter transitivo en todas las competiciones (por condiciones climáticas, adversarios, etc.), si ambos hubieran repetido sus mejores marcas, hubieran sido primero y segundo en la carrera.
En el momento del tropezón, el estadounidense se ubicaba por delante de Amos y estaba a punto de iniciar su sprint final en la última curva cuando la parte trasera de su talón pareció golpear al atleta botsuano y ambos cayeron.
Tras el impacto inicial, Jewett y Amos se quedaron unos segundos en el suelo, pensando tal vez en todos los años que se prepararon y los sacrificios que hicieron para llegar a esta carrera en óptimas condiciones.
Amos estaba devastado cuando cayó, pero decidió dejarlo atrás. «Mientras me miraba, me dijo “lo siento”», relató Jewett. Que le respondió, con una sonrisa: «Está bien, hombre. Son cosas que pasan».
En lugar de molestarse o enojarse uno con el otro, se levantaron rápido y como dos buenos competidores se dieron la mano, se pasaron el brazo por encima del otro y trotaron juntos hasta la meta, ya sin posibilidades de clasificar a la final llegando a 54 segundos del ganador. Pero, en este caso, el tiempo no importaba.
Fue una acción crucial, pero la decepción no los dominó y el verdadero espíritu olímpico apareció de nuevo como uno de los aspectos más destacados.
Más tarde, Amos tuvo la oportunidad de participar en la final después de la apelación y Jewett se quedó fuera. El fallo de los jueces de atletismo indicó que el estadounidense fue responsable del accidente.